Fue un mormón fundamentalista que apoyaba la poligamia, pero que jamás practicó. Solo se casó una vez. Nathaniel Baldwin es un personaje tan enigmático como desconocido, pero dueño de una creatividad y un genio asombros. Creó una industria que factura millones de dólares cada año en la actualidad. Y es más que seguro que no podrías ser capaz disfrutar de tu música favorita sin un par puesto.
Cuando Apple presentó el ¡Phone 7 hace cuatro años, vino
acompañado de una novedad: los AirPods, unos auriculares inalámbricos que se
conectan mediante Bluetooh.
Fue todo un éxito a pesar de que su alto costo suponía una disuasión. En tan solo un año de su lanzamiento lograron vender más de 128 millones de unidades.
Esto confirmaba que los auriculares no eran un mero accesorio que acompaña a los teléfonos como parte del conjunto. El público los valoraba por brindar la capacidad de crear un ambiente aislado de perturbaciones con el que se puede disfrutar de momentos de tranquilidad y relajación escuchando música.
Los auriculares tienen más de un siglo de existencia. A finales del siglo XIX, las operadoras de las líneas de teléfonos empezaron a utilizar auriculares con conectores de 6.35 mm cuando respondían y realizaban llamadas. Más tarde, el ingeniero francés Ernest Pierre Jules Mercadier se serviría de una patente estadounidense para integrarlos al teléfono
Sería Nathaniel Baldwin quien finalmente diseñaría la primera versión de lo que actualmente conocemos como audífonos en 1910.
Pero, ¿quién era Nathaniel Baldwin? ¿Cómo este inventor y mormón fundamentalista que apoyaba las relaciones polígamas pero que solo tuvo una esposa terminó por desarrollar este invento que actualmente mueve millones?
De niño
le encantaba estudiar en la escuela y exhibía mucho interés en aprender sobre
ciencia. Era dueño de un espíritu creativo que lo empujaba a construir sus
propios objetos. Con el deseo de hacer más placentero los viajes desde su casa
al colegio, construyó una bicicleta. E incluso armó él solo una máquina de
vapor. Su infancia se caracterizó en los mismos términos de una persona
creativa: trabajo duro, privaciones y mucha dedicación en sus estudios.
Para
alguien de su naturaleza la vida en el sur de los Estados Unidos suponía un
obstáculo para una formación plena. Había nacido el primero de diciembre de
1878 en el pueblo de Fillmore, ubicado en Utah. La curiosidad insaciable de Baldwin
y el deseo ilimitado de aprender chocaba con la falta de oportunidades
educativas disponibles en estos lugares. Sin embargo, pudo ingresar a la
Brigham Young Academy en Provo, donde más tarde se graduaría.
Obtuvo
su título de ingeniero eléctrico en la universidad de Stanford y regresó a su
antiguo colegio de la Brigham Young Academy donde impartiría la cátedra de
física. Pero también tendría un puesto en teología. Esta posición lo condujo a
involucrarse en las actividades de The Church of Jesus Christ of Latter-day
Saints, la iglesia de los mormones, convirtiéndose en un fundamentalista
gracias a la amistad que estableció con el profesor Jonh Tanner Clark. Las
posiciones que adoptaría serán la fuente de su desgracia en el futuro.
La
iglesia mormona empezó a rechazar las relaciones de poligamia a partir de 1890
con la publicación de un manifiesto, y volvería a recalcarlo 14 años después,
como parte de un proceso de transición que buscaba cambiar las tradiciones para
apegarse al marco legal y ponerle fin al conflicto con el gobierno
estadounidense que le había confiscado varias propiedades. No todos los mormones
estuvieron de acuerdo con estos cambios. Tanto Clark como Baldwin fueron castigados
por su oposición, y éste perdió su empleo en la academia en 1905.
Desempleado,
casado y con un bebé que mantener, era urgente buscar otro trabajo, que no fue
para nada fácil hallar y que implicó un extenso periodo de privaciones y
molestias. Ingresó en la mina de Mountain Lake del condado de Wasatch en el
puesto de electricista y operador en la compresión de aire. A pesar de las
condiciones lamentables, le gustaba encontrarse en un lugar aislado. Claro,
porque de ese modo su espíritu creativo, que aún no le abandonaba, podía
desarrollarse sin problemas. En los tres
años que estuvo empleado en la mina, tuvo tiempo suficiente y las herramientas
necesarias para investigar esa idea que vagaba por su mente.
En el
transcurso del periodo en que estuvo trabajando para la mina, recordó que
muchas veces se le dificultaba escuchar el sermón del orador de la iglesia.
Deseaba poder solucionar el problema creando un dispositivo capaz de amplificar
el sonido, pero no pudo concretar una imagen nítida de la idea. La persistencia
a no rendirse lo desconcentraba de sus labores.
Posteriormente
de una larga experimentación, Baldwin descubrió que si se unía un tubo de aire
comprimido a una válvula sensible al ruido, podía amplificar los sonidos de voz
varias veces. Probó sujetando su mecanismo a un teléfono, con el inconveniente
de que la voz que oyó era demasiado fuerte. A fin de remediarlo, resolvió optimizar
el receptor del teléfono.
Ahora
con un puesto de operador en una planta hidroeléctrica luego de que la mina
Mountain Lake cerrara en 1909, Baldwin continúo perfeccionando su invento. En
mayo de 1910 lo registró en la oficina de patentes. El objeto en cuestión
estaba conformado por dos receptores sensibles fijados en una diadema. El nuevo
problema constaba en hallar clientes interesados en su invento y demostrarles
lo útil que era.
Los esfuerzos iniciales en intentar comercializar sus audífonos fueron en vanos. Enviaba cartas a las fábricas de radios y de sus ministros de éstos, siendo rechazadas. Simplemente las empresas privadas le pasaban por encima a su invento sin mirarlo. Pero su naturaleza tenaz impidió que se rindiera y lo volvió a intentar una vez más, con la ocasión de que la suerte esta vez le sonreiría.
El Instituto Smithsoniano tampoco se interesó por los audífonos, pero en cambio le sugirió a Baldwin que contactara con la marina, dado que andaban buscando equipamiento de radio sensible a los sonidos. Efectivamente, a la marina le agradó el invento luego de probarlo y ordenaron 100 unidades, que el mismo Baldwin armaba en la cocina de su casa. A finales de 1914 abandonó su puesto en la planta hidroeléctrica y fundó una fábrica, contó con 150 empleados y facturaba en ventas unos 2 millones de dólares anuales.
Su empresa apenas duró 4 años antes de caer en bancarrota por culpa de malas inversiones. Junto a sus compañeros fundamentalistas, comenzaron a vender acciones para Omega Investment Company, lo que les valió una condena de 2 años de prisión por fraude postal en 1930. Nunca pudo recuperarse. Fue considerado como uno de los financistas más importantes del movimiento fundamentalista mormón mientras. Falleció en 1961.
Comentarios
Publicar un comentario